La Bella y la Bestia (1991) fue la primera película que vi en el cine, aunque mis -apenas- meses de edad en ese entonces no me permiten decir con certeza cuál fue la reacción de la pequeña niña... Recuerdo con totalidad el segundo visionado, tenía tres años y la emoción de ver a una princesa más valiente y bondadosa que las previas es inolvidable. Mi inevitable enamoramiento con una Bestia, tanto pueril como reflexivo me dejó en claro que había belleza en cada una de las personas con las que me cruzaba.
Aunado a esto, una cierta identificación con Bella -debido meramente al gusto de la lectura- me hizo querer mejorar cierto rasgos. Y como mi historia seguramente la tuya, querido lector, es igual de hermosa. La Bella y la Bestia (1991) tocó mil y un corazones con su maravillosa animación y encantadores personajes. Y la mayor prueba de que gustó fue la nominación que tuvo a Mejor película, en dicho año aún no había la premiación a Mejor película animada -de hecho la categoría tiene apenas 16 años vigente- y nuestra animada favorita compitió contra El Silencio de los inocentes(1991), Bugsy (1991) y JFK (1991), resultando ganadora la primera. Aún así La Bella y la Bestia hizo historia al ser la primera película animada en entrar a la categoría de Mejor película.
Nada más y nada menos de 26 años después llega Disney, aprovechándose de nuestra nostalgia y deseo de revivir los viejos tiempos. Y es así como se anunció el live action de Beauty and The Beast, con Emma Watson, Dan Stevens, Luke Evans y Josh Gad como protagonistas. Y con la misma emoción con la que vi la versión animada me dirigí al complejo cinematográfico la madrugada del 17 de marzo.
La película tiene tanto aciertos como errores, y aquí vamos a desmenuzarlos.
La historia tiene ligeros cambios con respecto a la versión animada, algunos de dichos cambios son basados en el cuento de hadas original de La Belle et la Bête escrito por Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve de 1740, en el que la deuda con la Bestia nace porque el padre de Bella toma -o roba- una rosa de sus jardines. Este es uno de los cambios positivos a la historia, mientras que otras líneas se abren para nunca cerrar completamente -como una visita a la infancia de Bella-. Fuera de esto la película es sumamente apegada a la historia de la versión animada.
Uno de los mayores atinos de la película es la profundización en los personajes secundarios de Gastón y Lefou, haciéndolos mucho más que solo un villano de cartón acompañado de su bufón. Podemos ver a un Gastón casi amable y a un Lefou completamente sensible a los infortunios ajenos, estos pequeños detalles hacen que la película sea más humana -y no solo por la inclusión de actores de carne y hueso-.
Los personajes objetos se encuentran verdaderamente maravillosos, aunado a unos perfectos efectos especiales, las voces de los actores logran que los personajes sean tan simpáticos y empáticos como los de la película del 91, en especial los grandiosos Ewan McGregor, Ian McKellen y Emma Thompson.
Y el gran pero, llega con los personajes principales... Aunque Emma Watson es una actriz que ha demostrado sus capacidades histriónicas en previas películas como Colonia (2015) y The Bling Ring (2013) es perceptible que falta un "je ne sais quoi" -cito a Le Fou- que no logra del todo llenar los zapatos del personaje animado.
Y lo cierto, es que el gran error de la nueva Bella es que desentona completamente con el resto de los personajes. Gran parte de esto se debe a que los ideales feministas de la actriz son volcados en el personaje de una forma un tanto arbitraria, haciendo caso omiso del tiempo y el contexto en el que sucede la historia. Se le quita el oficio al padre para concedérselo a Bella y hacerla aún más rebelde, olvidando que en los 1700´s el simple hecho de que una mujer leyera implicaba un acto de rebeldía.
Dan Stevens hace un esfuerzo titánico en su representación aunque lamentablemente el uso excesivo de CGI hace que se vea mermada su interpretación, no pude evitar recordar la serie homónima del 87 -escrita nada más y nada menos que por George R. R. Martin-, en la cuál se hacía uso de maquillaje para caracterizar a la Bestia, logrando así un monstruo mucho más orgánico.
De paso aprovecho a comentar que el ardid publicitario generado por el momento gay de Disney es una total y completa exageración. Debido al escándalo generado, esperaba -como mínimo- un beso, pero no llega ni a eso. Es una mirada que permite interpretarla inclusive como un "bromance".
La Bella y la Bestia (1991) ganó a mejor película musical en los Globos de Oro. Debido a esto, el director Bill Condon hizo una de las mejores decisiones: Mantener la película con la música original y quedarse dentro del género de musical. Así entra el genio Alan Menken nuevamente a la historia que ya había ayudado a crear; brindándole un aire fresco con unos cambios que aunque ligeros hacen que la película no se sienta una copia exacta de la previa. Luke Evans, Josh Gad, Ewan McGregor y Dan Stevens hacen gala de su buena voz, mientras que Emma logra transmitir todas las emociones del personaje con un poco de ayuda del autotune.
El diseño de producción es verdaderamente maravilloso, con unos escenarios de ensueño y un departamento de arte que logró cuidar hasta el más mínimo detalle, la fotografía llega a imitar los emplazamientos de la película animada -Lo cuál no es sorpresa en los liveactions de Disney- pero logra capturar la belleza de los sets de filmación a un grado sorprendente, cuidando mucho a los actores, haciendo que la iluminación siempre resulte a su favor.
Para terminar me encontré con un filme que es sin duda alguna disfrutable, con un garigoleado visual que es atractivo e interesante, y que apela a una nostalgia innegable, una nostalgia por esa película que formó parte de la infancia de millones de personas. ¿Supera a la original? No, en ningún momento.
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